Probablemente todos hayáis escuchado hablar del “pelotazo” que ha dado Instagram al ser comprada por Facebook por 1.000 millones de dólares.

Instagran es una aplicación a medio camino entre la fotografía y las redes sociales. Consiste en un servicio mediante el cual podemos aplicar una serie de filtros y marcos y podemos compartirla en diversos sitios. Con el componente social de poder seguir a otros usuarios de dicha aplicación así como comentarlas y valorarlas.

Pocos días más tarde de la aparición de la app de Instagram para Android (antes sólo estaba disponible para iOS), saltó la noticia de la compra por parte de Facebook.

Instagram es una fantástica aplicación, tiene millones de usuarios en todo el mundo y goza de una fama envidiable… pero la pregunta que nos hacemos es si una empresa que no tiene activos ni inmuebles, que cuenta con sólo una docena de trabajadores y sin un plan de monetización claro, puede llegar a valer mil millones de dólares.

Hace unos años vivimos la explosión de la burbuja 2.0, eran los primeros años de despegue de internet y empresas como Terra veían cómo su precio bajaba tan bruscamente como habían ascendido meses antes.

No dudamos que tener millones de usuarios es una buena carta de presentación pero también tenemos claro que no es sinónimo de seguridad. En un mundo como el de los smartphone, en el que no suele haber mucha fidelidad y en el que vemos que el que hoy es un auténtico fanboy puede pasarse a Android en cuestión de un abrir y cerrar de ojos, el tener millones de usuarios hoy no te garantiza tenerlos mañana.