Adiós viejo año, adiós ¿amigo?, mucho aprendí de ti, a sufrir, a llorar, a lamentar, a arrepentirme, a pedir perdón, a decir lo siento, a lo que es la vida sin saberlo todavía.
El próximo año que llega; tu hermano, viene cargado de esperanza para mi, de buenos pensamientos y de las mejores y mayores ilusiones que nunca jamás en mis 26 años de vida tuve; tras una nube tan negra, y al mismo tiempo tan llena de luz y de conocimientos, aunque mi corazón no quiera aceptarlo viene un momento dulce en el que cada nueva experiencia, cada nuevo día ha de rellenar mi mente, y mi corazón como nunca lo habían hecho antes, porque ya sufrí mucho y más que sufriré, porque la forma de aprender es esa, el equivocarse, ¡que remedio!.
Puede sonar a falsas expectativas, a tratar de mostrar como asimilado lo vivido, pero con falsedad, como queriendo engañarme a mi mismo, pero me alegro de lo vivido, me alegro de lo que ya sé, no seré el mas listo, ni el mejor, ni el que más sabe de la vida, pero si voy sabiendo más de mí, de cómo soy, de lo que quiero y debo hacer de cómo cambiando mi vida, mi yo, puedo cambiar también la vida de los que me rodean, como intentando ser feliz y consiguiéndolo, podré hacer feliz a las personas que quiero.
Creo que he encontrado algo importante este año, algo muy importante, me he encontrado a mi mismo, no del todo por supuesto, tal vez nunca lo haga, pero me he dado cuenta que todo empieza más cerca de mi de lo que nunca podría haber imaginado; no la vida, pero si mi vida, y me he dado cuenta de que no soy el centro del mundo, el mundo estaba aquí antes que yo, y seguirá después de mi, pero si soy el centro, y el todo, de mi vida, y tengo el poder de cambiar mi vida para desde ahí yo mismo poner los límites, mis límites, ¿acaso hay una libertad mayor?.