Ayer, regresando al mediodía de trabajar, he tenido que dedicar un rato a pensar obligatoriamente, las carretas de la Hermandad del Rocío de Coria estaban pasando por el camino de casa y no podía pasar.
Creo que me he puesto muy trascendental pero es tan cierto como que estoy aquí, que para que unos cuantos lo pasen bien, otros tantos o más tienen que pasarlo mal. No me refiero al Rocío, no soy rociero pero soy cofrade, no soy muy carnavalero pero me gusta la feria, siempre y en todas las fiestas, para que unos disfruten han de sacrificarse otros muchos.
En Semana Santa por ejemplo, en Sevilla, el centro se colapsa durante una semana y es casi imposible acceder a él, vayas a trabajar, a pasar el rato o a tu propia casa, te costará horrores poder llegar a tu destino. No sólo en el centro, si vives o has de ir a algún sitio por los alrededores de donde pasa una cofradía, esta hará diez veces más difícil que consigas tu objetivo. Como decía soy bastante cofrade pero en estos momentos empatizo con los que no lo son y me pregunto cómo pueden aguantar tanto estorbo o incordio.
En Feria, ya sea en Sevilla o en cualquier otro pueblo, los vecinos de los recintos feriales tienen que sufrir hasta tempranas horas de la mañana el bullicio de la gente, la suciedad acumulada junto a sus portales y mil y una vicisitudes para hacer su vida normal.
Con el Rocío ocurre algo parecido, para que los romeros hagan su camino y se lo pasen pipa, el resto de mortales no puede hacer otra cosa que no sea encomendarse a al Virgen del Rocío para que, de camino a casa o lo que es peor, al trabajo, no se topen con el jolgorioso, equino y flamenco cortejo rociero.
Como decía, ayer me encontraba muy cerca de mi casa y tuve que dar un gran rodeo por caminos impracticables de tierra llenos de socavones porque la Hermandad de mi pueblo estaba transitando por la carretera que habitualmente uso para llegar a casa. El camino normal es el que os pongo abajo y que consta de 800 metros de carretera pavimentada, aproximadamente un minuto en condiciones normales.
Tenía dos opciones, tirar por este camino de tierra que me aseguraban que sólo era 800 metros más largo que el camino original o llegar hasta Palomares y volver. Bien pues el camino que me indicó la Guardia Civil en efecto era de poco más de 1500 metros de longitud pero el terreno era poco menos que el Rally de Cataluña, socavones de un metro de ancho y más de 15 de profundo, arena para rellenar la Raya Real y todoterrenos levantando piedras a 100 por hora. El caso es que tardé en recorrer los 1500 metros unos 20 minutos, la nada despreciable cifra de 20 veces más de lo normal.
¿Tan difícil es coordinar un acto así para que se estorbe lo menos posible y en vez de ocupar los dos carriles de una carretera, usar sólo uno de ellos? ¿No es posible hacer que el segundo carril lo utilicen de manera intermitente el 90% de las personas que no van al Rocío?
Pues tienes toda la razón, hay que joderse con las carretitas y con los nazarenitos