Sobre el tema de los porteros de discoteca, su agresividad y la particular visión del derecho de admisión que tienen estos locales se ha hablado mucho, pero lamentablemente, la muerte reciente de un joven a manos (o mejor dicho a rodilla) de un mono de discoteca, ha reabierto esta polémica.

          Sin quitarle méritos (obsérvese el grado de ironía) a los dueños de los “garitos” y a los Neandertales de abrigo largo que custodian sus puertas, mucha de la culpa de que nos pasen estas cosas es nuestra, me explico:

          Si para entrar en un lugar no exigen cosas sin sentido, si nos piden cosas distintas dependiendo de la nacionalidad, el sexo, la belleza física o la vestimenta que llevemos, no tenemos que hacer grandes esfuerzos para solucionarlo. Los usuarios, los guapos, los feos, los españoles y los peruanos, los chicos y las chicas, ricos y pobres, tenemos a las discotecas, bares, pubs y demás locales en la palma de nuestras manos pero no nos damos cuenta.

          Somos nosotros, los sufridos pagadores de 8 euros la copa, los que tenemos que esperar colas para entrar, los que ponemos de moda un local, los que le otorgamos todo su poder, los que los hacemos ricos… pero… también tenemos el poder de cerrar locales.

          El problema es que cuando no somos nosotros los afectados nos da igual todo, si no es a nosotros a quien no dejan entrar o nos piden 30 euros cuando el siguiente pasa gratis, no hacemos nada, no somos solidarios cuando al que no dejan pasar es otro.

          Si fuéramos tan solidarios como deberíamos ser, las discotecas tendrían que adaptarse a nuestras normas y no al revés, pero estamos en un momento en el que los únicos valores importantes son los tangibles y no los que realmente deberían serlo, ahora nos catalogan por nuestra belleza, nuestra raza o nuestras marcas.

          Y lo peor de todo, usan a las mujeres como cebo para que los solteros se gasten un dineral en copas, las mujeres entran siempre y entran gratis, en muchos sitios las copas son a mitad de precio para ellas si no son gratis y todo para que los “tontitos” machos paguen en copas sus pases de modelo.

          Las chicas, en vez de sentirse heridas en su orgullo, se dejan “invitar” por mostrar su palmito, pero lo peor son los babosos pagadores.

          Me imagino que esto no tiene solución pero gracias a pensar como pienso, jamás me han negado la entrada en ningún local, el que no me permite entrar es que no es digo de que yo lo pise.