Ayer charlaba con un alumno mío sobre si este blog era meramente tecnológico y le comentaba que no, que tenía previsto publicar un artículo bastante polémico y que este blog es, como dice su descripción, un lugar en el que expresar mis pensamientos.
Recientemente, el ministro de Educación francés, Vicent Peillon, ha rescatado el tema de la legalización de la marihuana del intranquilo sueño que duermen los temas eternamente polémicos anunciando que está a favor de su legalización ya que parece que la vía represiva no es en absoluto útil o suficiente para acabar con la lacra de la droga y su economía sumergida. Como era de esperar, las reacciones se ha sucedido convirtiendo los argumentos en armas arrojadizas entre el partido socialista francés y el líder de la Unión por una Mayoría Popular (UMP), la oposición, que ha considerado las declaraciones de Peillon “una barbaridad”.
Pero ¿puede calificarse la propuesta de legalizar la marihuana una barbaridad? Teniendo en cuenta que con un solo click podemos entrar en páginas que venden semillas de marihuana de forma completamente legal y que el caso Holandés nos recuerda que, pese a que se estén realizando ajustes a la ley, no se ha desatado el caos en Ámsterdam por su permisividad con el consumo de cannabis, no parece que esta propuesta sea tan descabellada. Incluso Uruguay, recientemente, llevó al congreso una propuesta de ley según la cual el gobierno controlaría el consumo de marihuana desde su producción hasta su distribución.
Con tantos ejemplos, lo que parece extraño es que en algunos países aún no se haya puesto el tema encima de la mesa. Prejuicios, tabús y desinformación lastran un tema que muchas veces es víctima de injustas generalizaciones. Basta asomarse a una headshop, llena de kits y suplementos, para darse cuenta de que el consumo de marihuana va más allá de los tópicos. Indudablemente, el tema debe ser regulado y no ignorado, condenado a una alegalidad que muchas veces confunde y que hace de Europa un mosaico de países sin fronteras pero lleno de incongruencias en cuanto a la legalidad del consumo de ciertas drogas blandas. Por eso, cualquier debate, aunque parezca inapropiado en plena crisis, es ciertamente necesario.
Lo que pretendo con este artículo es haceros pensar si la represión es un método efectivo para acabar con algo o es mejor que la sociedad sea la que decida si algo es correcto o no.