Twitter, amor 2.0

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Twitter es como una relación amorosa, así lo pienso desde que publiqué mis primeros tweets allá por la Navidad de 2008. Mucho ha llovido desde aquella fecha, Twitter ha cambiado, su contenido ha cambiado y, por supuesto, sus usuarios también lo han hecho.

En aquellos primeros momentos, Twitter era para mi como aquella relación de juventud, una relación poco profunda pero apasionada, sin saber qué nos deparará el futuro y sin ganas de saberlo. Una relación que casi llevas a escondidas porque los que te rodean no llegan a entender ese amor, consideran que es una relación tóxica, eres, sois, unos incomprendidos que deben vivir su amor sin que los demás puedan comprender qué es lo que sentís.

Poco a poco la gente va entendiendo esta relación, ya no os miran raro e incluso alguno ha caído en las mismas redes amorosas que te tienen prisionero con cadenas de 140 caracteres.

En Twitter se dan algunas relaciones curiosas. Sigues a gente que te parece interesante, a gente que te enamora, gente con la que compartes temas comunes, gente que son totalmente distintas a ti pero que por algún motivo te atrae.

Pero hay más, hay relaciones que, como en la vida “analógica”, se viven intensamente, aparecen como una estrella gigante azul, con un gran fulgor, pero que se quema rápidamente. Hay un dicho popular que define claramente a estas relaciones “Con furia imaginaria tú me quisiste y con la misma furia me aborreciste”.

Quizás hayáis vivido en carne propia esa situación parecida a una relación que está técnicamente acabada pero que aún camina, no sabemos por qué motivo, como un zombie. Esa relación en la que los amantes ya no sienten nada, nada los une, no se hablan, casi no se leen, pero siguen juntos.

Sólo hay dos caminos, o siguen juntos e infelices o indiferentes para siempre, o bien uno de ellos coge la sartén por el mango y decide dar carpetazo a la relación. En Twitter, como en la vida 1.0, debe haber valientes y cobardes, valientes que deciden romper esta relación y cobardes que se amparan en el “ah, ¿me dejas de seguir? pues yo también te borro”.

Hace meses deseaba dejar de seguir a una persona pero no me atrevía porque no tenía un motivo claro, no había pasado nada, ni una discusión ni un dime o direte, simplemente se agotó el oxígeno que mantenía viva la llama. Gracias a que diste el paso, hoy yo, cobarde, tengo un seguidor menos, un seguido menos y una preocupación menos.

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