Mucho se ha hablado de Enrique Henares desde que el domingo pregonara la Semana Santa de Sevilla desde ese balcón que es el atril del Maestranza.
A grandes rasgos, el pregón de Enrique me gustó bastante, si bien, los comienzos me parecieron dubitativos, como los primeros capotazos que se le dan al morlaco recién salido al ruedo, poco a poco, capotazo a capotazo, párrafo a párrafo, el pregonero se fue entonando e incrementando el nivel de un pregón que acabó en todo lo alto con la "súplica" a Monseñor y mirando al cielo como el Cachorro.
Fue el de Enrique un pregón extenso tanto en el tiempo como en la temática, tuvo lugar para la crítica social, política y cristiana, quizás en demasía. Creo que repartió demasiada cera al gobierno de la ciudad que, si bien se lo merece bajo mi opinión, no estaba allí para recibir tantos palos, ni siendo el lugar ni el momento para tanta crítica.
Los mejores momentos plenamente cofrades se los dedicó a la Macarena, el Gran Poder, a los trianeros de la Esperanza, la Victoria, el Cachorro o Madre de Dios del Rosario. Los del palo y el martillo se llevaron un puesto junto a la gloria, Villanueva, Rafael Franco, Manolo Santiago, el Penitente y un sin fin de leyendas y maestros.
Su familia cobró también un importante protagonismo, sobre todo sus hijos, Javier y Enrique, que protagonizó un momento de emoción en su padre cuando bajo las trabajaderas de las Cigarreras fue llamado Henares II.
Me gustó mucho la metáfora de los crucifijos vivientes que son las cofradías, más allá del folklore público se esconde una gran labor callada con los más necesitados.
La parte en que nos narraba sus vivencias pasadas me gustó mucho ya que, como le decía a mi mujer mientras veíamos el acto, ese estilo es muy mío, salvando las distancias que me separan de un gran cofrade de toda la vida.
Monseñor Amigo recibió un sin fin de elogios que consiguieron emocionar al prelado a la vez que arrancaban los aplausos más cálidos y enfervorecidos de la mañana. Como si del querido Juan Pablo II se tratara, Henares cantó con sus palabras el no te vayas todavía a un fraile que se ha ganado el respeto y el cariño de los sevillanos con su saber estar, sus maneras calladas pero severas y su gran mano izquierda con las cofradías.
Enrique Henares "avisó" al coadjutor Asenjo, que ha de ganarse el respeto de la ciudad y las hermandades y que será querido cuando se lo merezca. Aquí le recibiremos con las manos abiertas pero en Sevilla somos de los que nos gusta hacer las cosas a nuestra manera sin que vengan de fuera a imponernos sus formas.
No quisiera acabar estas líneas sin felicitar al pregonero y su familia y en especial a Pregonero de Sevilla con el que he compartido tantos y tantos momentos en el pasado.
Gracias por vuestras palabras hacia el Pregonero.
Lo del Domingo tuvo sus defectos, como el mejor de los pregones posibles, pero fue el de mi padre, su Pregón. Supongo que a vosotros como a mí no os extraña que casi una semana después, para bien o para mal, se siga hablando de él y que exceptuando a aquellos que no tienen ni puñetera idea de ésto (léase Fran López de Paz por ej.) les pareciera un Pregón valiente, muy correcto en sus formas y comprometido.
Como bien dices todos tienen defectos, a mi en general me gustó salvo detalles menores. A Fran se le nota muy picado en los programas de los días posteriores, no se si viene de atrás o sólo por el pregón
Por supuesto, nunca llueve a gusto de todos, pero como digo en mi entrada, me pareció un pregón del sevillano de a pie, del que se patea las calles en busca del mejor rincón posible para verla pasar. Sabrás que hay ideas que a lo mejor no comparto 100 por 100, pero a pesar de ello, disfruté y me lo pasé genial escuchándolo. Y, como bien dices, lo más importante, es el pregón de tu padre, y eso son palabras mayores y envidias aún más grandes… Si mi padre hubiera sido pregonero, por muy malo o por muchas críticas que hubiera tenido no habría cabido en mí de orgullo y entusiasmo. Que digan lo que quira, pero tu padre pasará a la historia como uno de os pregoneros de Sevilla. Enhorabuena, otra vez.