Aún estamos en invierno pero un ligero aroma cálido penetra hacia “mis adentros”.
Aún las mañanas son frías y por la tarde apetece un jersey más bien grueso pero al mediodía a uno le entran ganas de gritar que ya es primavera en Sevilla.
Aún no se asoma marzo al calendario pero mis sentidos me indican que estoy equivocado, ¡arranca las hojas del almanaque!, ¡ya es abril!
En muchas zonas por donde paso ya hay operarios retirando el fruto que dejará paso al azahar en las naranjos. Hace días que no llueve y aunque anuncian agua para el fin de semana, pienso que es la típica lluvia de abril, esa lluvia tan oportuna que siempre viene a aguarnos la fiesta, nuestras fiestas.
Ya estamos en Cuaresma, los sones de los ensayos de las bandas se hacen cada vez más intensos, la luz le está ganando el pulso a la oscuridad, las semanas pasan como flechas a mi alrededor, la larga espera empieza a tocar a su fin, la cruz de guía de la Borriquita ya está apoyada en uno de los pilares del Salvador, un espigado nazareno negro se abre paso entre el mar de ilusiones blancas, la hora se acerca.
Como me siento primaveral he decidido que ya es hora de cambiar la cabecera del blog, atrás quedaron los adornos navideños y los copos de nieve de hace unas semanas, desde hoy,
¡Es primavera en Diario de pensador!