Siempre que la palabra maltrato y la palabra niño van en la misma frase se suscita una controversia difícil de parar.
Hace un par de días hemos conocido la noticia de que una mujer ha sido condenada a 45 días de prisión y un año de alejamiento de su hijo por haberle propinado malos tratos, estos malos tratos consistieron en una bofetada y un agarrón por el cuello tras una riña en la que el niño se revolvió y le tiró una zapatilla a su madre.
Ha levantado una gran polvareda en la sociedad ya que todo el mundo lo considera excesivo al tratarse de un hecho aislado.
No seré yo el que defienda el bofetón a los hijos pero tampoco creo que haya que sacar las cosas de quicio. Puede ser que un cachete a tiempo solucione un problema mayor pero eso dista mucho de arreglarlo todo a guantazos.
No soy padre pero soy maestro y se de buena tinta que a veces los niños pueden tensar tanto la cuerda que te dan ganas de liarte a mamporros, ahí se encuentra el límite, en que se quede en las ganas.
Hemos pasado de unos años en los que los padres y profesores seguían el lema de la letra con sangre entra, años en los que el cinturón servía algo más que para sujetar los pantalones, a una época en la que los hijos amenazan a padres y profesores con la impunidad que te da ser menor y no poder ser castigados. También vivimos una época en la que los profesores pierden toda la autoridad que tuvieron durante años cuando los padres de sus alumnos se personan en el colegio para darle una paliza al profesor por hacer reprendido a “su niño”.
He pronunciado en las líneas anteriores la palabra AUTORIDAD, pienso que en esta época los padres han perdido la autoridad por miedo a caer en el autoritarismo y no se deben confundir porque no son lo mismo.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. No soy madre, pero sí psicóloga y puedo decirte que hay en día los padres tienen miedo a actuar ante las acciones que no consideran adecuadas en sus hijos, por el qué dirán, por si lo que hacen es considerado un maltrato o simplemente por la reacción que puedan tener sus hijos. Miedo a no saber ser padres, a no saber marcar los límites, algo fundamental en una buena educación, y no hay que tener miedo, no nacemos sabiendo y si no sabe para algo están los profesionales, que se encargarán de resolver nuestras dudas y de dotarnos de las herramientas necesarias cuando estemos desorientados, no hay por qué avergonzarse de preguntar, mejor eso que peder los nervios y por ello llegar a perder algo más.