Prólogo de un libro inexistente

          El nombre de mi pueblo es singular, o por lo menos a mi siempre me lo ha parecido; el pueblo de  El Rubio.
Un pequeño…  muy pequeño pueblo de la Sierra Sur de Sevilla, y ¡ya está! , decimos eso y punto y final, ya hemos definido al pueblo que nos ha visto crecer, al pueblo donde tuvieron su origen esas inolvidables peleas de piedras en la era empedrá, o esas escapadas en bicicleta a la Fuente la Teja, o al puente, para ver crecido el río cuando se pasaba tres días seguidos lloviendo, ¿quién puede olvidar esas interminables tardes corriendo detrás de un balón, en los bardíos de las casitas bajando Cueto?.
No se en que momento de mi vida exactamente, ni cual el motivo, pero este pueblo me ha hecho suyo. Si hay alguna especie de censo emocional, ya me encuentro inscrito en él con un rotulador de tinta indeleble.

          Pero por más que lo pienso, creo que no han sido sus gentes, ni sus calles y rincones que tanto me gustan, ni sus fiestas y tradiciones, ni los buenos momentos que ya he pasado aquí, creo que no, no ha sido nada de lo anterior.
Me es difícil de explicar; aunque me cueste creerlo, ha sido el pueblo por sí mismo quien me ha ganado, quien me ha hecho suyo.
Ni en el paso de niño a muchacho, ni siquiera en el paso de muchacho a hombre; ha sido mucho después. En el momento en el que los dos nos hemos conocido lo suficiente; cuando hemos confiado el uno en el otro ha sido cuando me he dado cuenta de que pertenezco a este sitio, a este pueblo.
Que difícil es romper una lanza por la vida en un pueblo; por vivir y  ser de un pueblo, que difícil si lo comparamos con vivir en una moderna ciudad, o en uno de estos nuevos pueblos que no dejan de crecer y ofrecen ya todo lo que una urbe posee; que difícil… o que fácil es romper esa misma lanza a favor de dicho argumento, ¿verdad?. Efectivamente todo depende de que necesitemos en un momento dado de nuestras vidas.
Cuando entendamos que nuestra vida no va a ser más que un leve respirar de eucalipto viejo paseando camino del Salao, un momento que hay que disfrutar porque una vez pasado no hay más, una vez que entendamos esto, creeremos que seremos por siempre felices, que ya es bastante.

Sin comentarios hasta ahora.

  1. Buen artículo Sr Perti, espero que se prodigue usted cada cierto tiempo, un saludo


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